Floreana vuelve a Florecer: Un viaje de esperanza, conservación y restauración
Durante las últimas semanas tuve el privilegio de vivir una experiencia única y enriquecedora: ser parte de la restauración ecológica de la Isla Floreana en Galápagos. Un proyecto que marca un hito en la conservación y que, sin duda, está cambiando la historia de las islas.
Floreana, la sexta isla más grande del archipiélago, con sus 17.125 hectáreas, se ha convertido en el escenario perfecto para poner en práctica la tecnología y el conocimiento que tenemos hoy en día en el ámbito de la conservación y el rewilding. Esta isla, que es hogar de una pequeña población de alrededor de 160 personas, depende del turismo, la agricultura y la pesca artesanal para su sustento. Y es precisamente por ello que este proyecto no solo favorecerá a la conservación, sino también a la calidad de vida de la comunidad local.
Una segunda oportunidad para especies endémicas
Uno de los aspectos más emocionantes de este proyecto es la reintroducción de 12 de las 13 especies extintas localmente, que regresarán a su hogar natural, como el cucuve o la tortuga gigante de Floreana. La restauración ecológica (o rewilding, en inglés) se convierte en un concepto clave en este proyecto, ya que implica devolver estas especies a su entorno natural, un paso crucial en la revitalización de un ecosistema saludable y equilibrado.
Por ejemplo, la icónica tortuga gigante de Floreana, Chelonoidis niger, alguna vez deambulaba en esta tierra en abundancia. Hoy en día, esta especie está catalogada como extinta por la UICN. La extinción de la tortuga gigante de Floreana, que en un momento llegó a tener una población estimada de 8,000 individuos, se cree que ocurrió en la década de 1840 o 1850. Las causas de su extinción incluyen la explotación extensiva por parte de marineros, en su mayoría balleneros que, solo entre 1831 y 1837, mataron al menos 1,775 tortugas, así como colonos que utilizaron estas tortugas como fuente de alimento. Además, la introducción de especies de vertebrados invasoras como cabras, cerdos, perros, gatos, burros y roedores, que se alimentaban de los huevos y crías de las tortugas o destruían su hábitat, contribuyó a su desaparición.
Sin embargo, recientemente se ha descubierto la existencia de tortugas híbridas con altos niveles de ascendencia de C. niger en otras partes de las Galápagos. Esto ha brindado la oportunidad de repoblar la Isla Floreana con tortugas genéticamente similares a sus antiguos habitantes, una vez que se logre la erradicación de especies invasoras.
El día a día en Floreana
Con el inicio de la fase de erradicación, el trabajo en Floreana es verdaderamente arduo, comenzando desde el amanecer y prolongándose hasta el anochecer e incluso madrugadas. Las actividades comienzan puntualmente a las 5:30 de la mañana, y cada minuto de luz solar se convierte en un recurso valioso. Los pilotos de helicópteros se rigen por la luz del sol, lo que significa que aprovechan al máximo cada rayo de luz para llevar a cabo sus tareas. Los pilotos, en colaboración con el equipo de Sistemas de Información Geográfica y los líderes de operaciones, se preparan meticulosamente desde las primeras horas de la mañana, encendiendo motores y dando inicio a las actividades de conservación.
El trabajo incansable de los guardaparques y de los agentes de bioseguridad es un pilar fundamental en este esfuerzo. Su apoyo es constante y variado, abarcando desde el cuidado diario de la fauna endémica hasta la preparación de los suministros para los helicópteros. Además, desempeñan un papel crucial en la distribución manual del cebo en áreas delicadas como lagunas e islotes, garantizando que la conservación se lleve a cabo de manera precisa y responsable.
Por otro lado, un grupo de científicos realizan su labor durante las noches y en las primeras horas de la madrugada, empleando cámaras térmicas para identificar especies invasoras. Sin embargo, este es solo un pequeño ejemplo de las diversas tareas y profesionales que colaboran en este proyecto. Contamos con el apoyo invaluable de la comunidad, individuos dedicados a la logística, comunicación, transporte y muchos otros equipos que trabajan en perfecta armonía. Esta coordinación y cooperación entre diferentes actores recuerda a una magnífica orquesta. Cada miembro de este conjunto desempeña un papel esencial, y juntos, producen una hermosa melodía, una sinfonía de esperanza que resuena en medio de los desafíos y obstáculos. Esto ejemplifica que la unión y la dedicación pueden, de hecho, lograr maravillas en el ámbito de la conservación.
Con el correr de los días, el agotamiento se hace más palpable, pero lo que realmente destaca es la determinación y el compromiso inquebrantable que caracterizan a este equipo humano excepcional.
Dentro de este equipo, emerge una figura verdaderamente inspiradora: nuestro líder, Víctor Carrión. A través de su liderazgo, Víctor se ha convertido en un faro que ilumina nuestro camino. Su dedicación incansable y su compromiso con la visión del proyecto son verdaderamente extraordinarios. En Víctor, encontramos una fuente constante de inspiración y la fuerza necesaria para afrontar cada desafío.
Un sueño hecho realidad
Mi compromiso con el Proyecto ha abarcado apenas unos meses, pero para muchos de mis compañeros, esta misión ha sido el centro de sus vidas durante los últimos 12 años. Este esfuerzo colectivo destaca el potencial que se desata cuando unimos fuerzas en la búsqueda de un objetivo común.
El Proyecto Floreana es un esfuerzo conjunto de la Fundación de Conservación Jocotoco, el Parque Nacional Galápagos, la Agencia de Bioseguridad, Island Conservation, la Fundación Charles Darwin y muchas otras instituciones. Agradecemos a nuestros donantes por su apoyo constante: Rewild, NFWF, GEF, CAF, Blue Action Fund, Darwin Initiative, Lindblad Expeditions National Geographic, Silverseas y Splendor.
En Galápagos, estamos escribiendo una nueva historia de conservación y restauración, en donde Floreana vuelve a florecer.
